martes, 5 de mayo de 2009

From the bottom of my heart

Hace unos días que me voy sintiendo otra vez como en aquellos tiempos en los que no podía dejar de pensar en él. Sí, puedo recordar cada uno de los momentos que hemos vivido juntos, cada una de las carícias, todos los abrazos, todas las sonrisas y los momentos más amargos. Sí, puedo reconstruir todo su ser en mi mente, e imaginarme todos los detalles con claridad: su boca entreabierta, sus ojos cansados, su pelo brillante y fino, su espalda tan ancha que a cualquiera le gustaría acurrucarse en ella, sus brazos fuertes y eternos, sus manos suaves y delicadas, su cara de pícaro con aires de madurez, el aroma que desprende, dulce...
Todo eso recuerdo yo, todo eso está dentro del cajón de mi mente. Y todo eso es lo que yo hubiera querido de un modo egoísta, para mi disfrute únicamente. No me apetecía compartir mi ilusión, mi espejismo con otras personas que le hacían estar de un modo más amable, más abierto y "tontorrón", con esas personas que provocaban en él esa reacción que yo, en algún momento llegué a provocar pero que ahora era incapaz de hacerle repetir. Nadie antes había manejado tanto mi mente, ni había hecho que sintiera tales sentimientos tan negativos y despreciables que me hacían sentir mal, culpable de algo que no podía evitar. Justo eso era lo que no podía soportar: a parte de tener que lidiar con la amargura de verle feliz con otros que no eran yo, tenía que enfrentarme a mis sentimientos más horrendos.
Pero la irracionalidad y el libre alvedrío de sentimientos resultan, sin lugar a dudas, aquello con lo que nos sentimos vivos. Porque si no notamos algo punzante en nuestro interior que nos haga cambiar de estado de ánimo parece como que no sentimos nada. Y la visión de vernos a nosotros mismos como algo que no tiene alma nos aterra. Hay algo con lo que nos tenemos que desmoronar, con lo que tenemos que caer y levantar, algo que nos mate por dentro y algo con lo que revivamos de una manera luminosa.
Y esto es lo que escribo cuando han pasado unos días en que me voy sintiendo otra vez como en aquellos tiempos en los que no podía dejar de pensar en él...
(si no entendéis la letra, os recomiendo que la busquéis)

1 comentario:

  1. ¿Tienes un cajón en tu mente? No lo sabía.
    Bueno supongo que cada uno de nosotros poseemos un cajón bajo llave, seguro, en algún lugar de nuestra mente, al que solo tenemos acceso nosotros y conocemos a la perfección lo que hay en él.

    ResponderEliminar